Guardo en mi alma el amor a Silvina, el eterno dolor por la ausencia de mis tan amados viejos, el diseño gráfico, un poco de música; mis hermanos, sobrinas, tías, primos, algunos buenos amigos. Es lo que tengo y me alcanza. Todo lo demás, busco conservarlo por reconocimiento al esfuerzo de mis padres, pero siento que nada es mio. PD: y un equipo en managerzone.com

viernes, 25 de diciembre de 2009

Historias de Sabatino

El Infiel Piadoso

Salíamos de comprar cigarrillos en el mini súper del barrio y nos sorprendió una serie de gritos que se desataban a la luz de una lámpara que había puesto don Remigio pata ahuyentar a los ladrones (como si esto seria suficiente para alejarlos…pero bueno.). Los gritos provenían de la boca de una mujer que, por lo poco que escuchamos, se esforzaba en explicar que no era lo que él insistía en afirmar mientras se aleja dos pasos para luego volver con más reproches.
Entonces sospechando cual era el motivo, le pregunté a Sabatino si conocía casos de mujeres infieles pescadas in fraganti; a lo que me respondió:
- Mira, a decir verdad, sobre mujeres infieles no podría decirte mucho, casi no sé nada, lo que si podría contarte, es sobre un tipo, que cansado de ser engañado, se dedicó (como muchos) a ser infiel por el resto de sus días; pero de un modo muy particular y hasta te diría que extraño, que es precisamente lo que hace más o menos interesante a esta historia.
Ya había sufrido, según cuentan, 3 engaños en sus 28 años de vida, y si bien en estos tiempos resulta ser algo normal y de todos los días, por aquellos tiempos era algo fatal para un hombre el engaño, no podría decirse en sentido inverso, pero en el caso de ser la mujer la parte infiel del asunto, se le complicaba el orgullo a cualquier hombre. Cansado de esto, decidió pasársela de cabaret en cabaret, con el único propósito de serle infiel a cada una de las mujeres que le iban vendiendo su cuerpo por turno. Hasta aquí parece algo estúpido lo que te cuento, pero la cuestión era que el se empeñaba en darle amor a cada una de esas damas de pocos escrúpulos, las amaba de tal manera, que él tenía la certeza de que nunca se irían a olvidar de él, y así suponía dejar una novia en cada prostíbulo concurrido.