Guardo en mi alma el amor a Silvina, el eterno dolor por la ausencia de mis tan amados viejos, el diseño gráfico, un poco de música; mis hermanos, sobrinas, tías, primos, algunos buenos amigos. Es lo que tengo y me alcanza. Todo lo demás, busco conservarlo por reconocimiento al esfuerzo de mis padres, pero siento que nada es mio. PD: y un equipo en managerzone.com

viernes, 25 de diciembre de 2009

Historias

La musa en desconfianza.

Ella no creía en las palabras escritas del poeta. Le resultaba extraño el saberse musa de un hombre que se daba créditos de escritor. Según creía, no era un privilegio de personas comunes como ella; y aseveraba, que en caso de ser un verdadero escritor, debería andar buscando verdaderas maravillas terrenales, o en su defecto, imaginarias diosas de un olimpo divino de mitologías; o por lo mínimo, uno creado en la imaginación del prosista.
Ella leía los versos que él le enviaba, con el total convencimiento de que era otro ser, terrenal o divino, la verdadera inspiración de éste. No se daba por aludida en ni siquiera una coma de cada poema, ni mucho menos cuando este definía sus ojos como la misma luz de sus sueños, su mirada como un infinito, su cuerpo… como el más celestial de los refugios del deseo.
Según creía, esas eran palabras para otro ser, que ella simplemente se limitaba a disfrutar leyéndolas una y otra vez, pero nunca se atrevía a sentirlas como propias. Le causaba pudor, y hasta vergüenza, el solo figurarse que era musa de semejante delirante, ser la inspiración de éste e imaginar que su imagen era la que arrancaba de los adentros del poeta, cada una de esas palabras que definían el sentido mismo del deseo y la pasión en flor, le causaba miedo.
¿Era posible que entre tantos oficios, él haya elegido el de ser poeta?
Según ella, no era frecuente andar encontrándose con poetas por estos días y mucho menos que estos se anden enamorando de seres comunes, como según sus palabras, ella se autodefinía. Un ser común a todas las demás criaturas de Dios.
Pero lo que ella no sospechaba, es que ella había dejado de serlo, quizá en el mínimo número de mentes, es decir uno, pero suficiente para dejar de ser lo que se es; pues uno, no solo es lo que es, sino también se es lo que somos para los demás (no importen estos o no), pero es así como ella dejó de ser un ser común para convertirse en mundo. Si, pasó a ser el mundo para aquel poeta que deslumbrado por su mirada, no dudo un instante en afirmar que estaba enamorado. Porque, según supo comentar, el amor es fácil. Cuando es verdadero… es fácil; es complicado cuando se duda de uno solo de los sentimientos básicos de la relaciones entre dos personas: aceptación y respeto, siempre y cuando, estos devengan de una atracción, de la índole que sea, pero que sea una atracción sincera, ya sea física o espiritual, no importa, pero es esencial que haya una atracción la cual desemboque en aceptación y respeto para que se de el amor, por lo menos desde una de las partes. Y él había sufrido las irrupciones, en su pensamiento, de la mirada de aquella mujer que aunaba actitud y belleza; y a esta atracción le sumo el respeto, intentando ser cortés; y la aceptación… de sus negativas respuestas antes las invitaciones de compartir un momento a solas. Estas negativas, eran el fiel reflejo del rechazo físico y por consiguiente, las causantes del nulo interés sobre algún dato de aquel, que ocasionalmente, se acercaba a ella.
Pero esto no lo desalentó, ni tampoco lo animó a nada, simplemente lo marcó de una manera a la cual estaba acostumbrado a ser marcado. No era la primera vez que se enamoraba, por lo que conocía la sensación de la verdadera atracción y sabía a ciencia cierta, que ese momento, no era mas que el nacimiento de un rió de palabras, que no buscaban otra cosa mas, que definir los pensamientos que le aturdían, cada vez que se encontraba en presencia de ella.
¿Seria acaso una obsesión? ¿habría buscado en ella una musa casual, es decir, una excusa, para saciar su afán de esculpir palabras en un papel? ¿serian una imaginación sus sentimientos?... ¿sería amor?
Eso era precisamente, lo que ella se preguntaba, y la base sobre cual se afirmaba su desconfianza, luego de que sin esperarlo, se encontrara frente a sus ojos, un encadenamiento de palabras que en forma de poema, le daba a comprender los sentimientos de aquel desconocido.
Sabía desde sus adentros que era ella la musa que inspiraba… pero se negaba a sentir esa pequeña gloria que regalan los poetas, con cada verso en dedicación. Si, se negaba la posibilidad de ofrecerse disfrutar el regocijo que le causaban esos versos tan claros como el recuerdo que los originó.
Él había conseguido la manera de llegar hasta ella, e incluso había conseguido lo que en un momento parecía lejano… ella preguntó sobre él. Pero lo que más le interesó, fue saber si era posible que aquel ser humano que tantas veces cruzara, en completa indiferencia, fuera el autor de aquel unido de palabras. Le resultaba poco creíble que entre tantas vocaciones, el tuviera la de escribir. Eso no era de jóvenes que beben cerveza hasta las seis de la mañana y concurren a boliches bailables. No. Los poetas deberían estar recluidos en sus habitaciones, sufriendo por amores perdidos, dolencias espirituales y conflictos con su mismo ser. Eso es un poeta; eso es un hombre sentimental; eso es un escritor cuyo tema primordial es el amor. No podría ser poeta si anda libremente por entre la gente, riéndose y demostrando ser feliz. No, un poeta era otra cosa para ella.
Pero él era así, anárquico de toda teoría sobre actitudes humanas. Para él, un poeta es un hombre y como hombre tiene el derecho de bailar, de gritar, de llorar, de reír… de reír. Y piensa que por ser otras cosas, no deja de ser lo que es. Quizás desde esta bifurcación nace la pálida y pobre prosa, es decir, que la falta de focalización de deberes hacen a estas, incompletas y hasta sumamente primarias e incapacitadas de perseguir la mas mínima gloria. Pero si de algo estaba seguro, es que aunque limitadas, estas prosas eran sinceras; y esto último era precisamente lo que le otorgaba el título de poema a ese encadenamiento de palabras, el cual a su vez le otorgaba al hombre, el titulo de poeta.
La razón de haberse convertido en poeta, no tiene otra explicación que su falta de claridad en el discurso hablado y la carencia de valentía, para con las damas que realmente le interesaban, ya que en las otras, no gastaba la más minúscula saliva… y mucho menos, tinta. Se había convertido en poeta por necesidad. Por la necesidad de explayar todos sus temores, por expulsarlos de su interior y acabar con supuestos fantasmas de soledad. Él hacia de su prosa, su propio analista. El afirmaba que escribir es la mejor manera de sincerase, no solo con los demás, sino con uno mismo. Y decía esto porque defendía el principio que declara, que quien no es sincero consigo mismo, no puede serlo (en lo más mínimo) con los demás. Y así, como un día, quiso ser humorista ante la necesidad de ver a la gente reír; un día, así porque si, se hizo poeta. Quizás tomo esta resolución ante la necesidad de comunicarle a alguna dama que estaba siendo amada, de una manera realmente pura.
Justificando su falta de valentía, supo explicar de manera muy simple y llana, que escritas, las palabras estarán selladas para siempre en un papel que podría actuar como testigo fiel de un amor, en uno de los juicio a los que someten a los poetas, los desilusionados; en cambio…lo que podría decir en verbal forma, puede que el viento se lo lleve a otro castillo, y pierda la categoría de exclusivo.
Ella, sin tener esta insensata explicación, optaba por desmerecer la calidad de sinceridad de esas palabras, con un simple argumento basado en la dilucidación que solo se creía poeta, que realmente no era de esa clase de raros humanos que se encargan de definir, por escrito, las maravillas de un mundo de dioses. Solo era un hombre, con la capacidad de aunar en sentido común una serie de palabras, cuyo único objetivo era impresionarla y posteriormente… hacer de ella solo un cuerpo. Era un falso poeta. Un mentiroso. Y talvez así sea.
Porque teniendo en cuenta los objetivos perseguidos por el poeta, cabe (sin lugar a duda) esta definición. Quizás porque es cierto que no basta con escribir en prosa y unificar el sentido de las palabras, para convertirse en poeta. Hace falta una técnica y una valoración del idioma, para descubrirse como verdadero poeta, es decir que no solo lo descrito debe ser bello, sino la forma en que se lleva a cabo esta descripción, debe ser bella. Ese es lo que le otorga al hombre, el título de poeta.
¿Pero entonces como definir a este loco? o mejor seria preguntarse ¿Qué es este loco?, y lo primero que se le viene a la cabeza a ella es: un fabulador. Un poeta… mediocre, que ni siquiera merece la denominación de poeta.
Mientras tanto el hombre, en su casa, desarma a su cabeza de toda razón y busca en los rincones más beneplácitos de su corazón, un encadenamiento de palabras que definan el verdadero sentimiento para con ella.
Talvez solo es un hombre jugando a ser poeta, cuando en realidad no es más que un hombre enamorado que tuvo la posibilidad de ir a la escuela, donde aprendió a leer y a escribir.

Walter Brunini.


PD: ella no dudó en exponer, a flor de boca, esta desconfianza la cual tomo mayor realce al ser ayudada por su aclarada falta de todo interés sentimental por el hombre.